Esta semana en Chimeneas Llofrio queremos hacer un repaso por algunas de las maneras más ingeniosas para limpiar tu chimenea. Si eres poseedor de una chimenea de leña, sabrás que la ceniza suele acumularse en grandes cantidades, así como también la suciedad producto del humo y la combustión. Limpiar una chimenea puede ser convertirse en un buen lío, pero siguiendo los siguientes consejos tu chimenea se convertirá en la más limpia del vecindario y, además, harás el trabajo en menos tiempo y mantendrás limpia la instalación por más tiempo.
El primer consejo es esperar
No es conveniente retirar las cenizas hasta que hayan transcurrido al menos 36 horas desde la combustión, ya que pueden quedar pequeñas ascuas aún incandescentes que provoquen un incendio. Para comprobar si éstas están completamente apagadas, ponemos nuestras manos en torno a las cenizas y comprobamos si aún desprenden calor. Si no lo hacen, es momento de removerlas con cuidado empleando un atizador, cerciorándonos cuidadosamente de que no quedan ascuas.
Periódicos, guantes y plástico
Unos guantes viejos pueden servirnos de mucha ayuda para evitar acabar con las manos ennegrecidas durante algunos días. Una buena idea es guardar unos cuantos guantes desechables cerca de la chimenea, por ejemplo, en el lugar donde guardamos el atizador y demás utensilios. Por su parte, el periódico está destinado a cubrir las zonas que delimitan la chimenea, y en las que no deseamos que se deposite ceniza, pues producirán olores en la estancia durante días. En caso de tener alfombras o muebles que deseemos proteger, lo mejor es cubrirlos con plástico de embalar.
Escobilla y pala
Menos conocidos que su hermano el atizador, la escobilla y la pala son dos utensilios imprescindibles en la limpieza de la chimenea. Con ellas podemos retirar los residuos de forma segura, y además están siempre a mano. Normalmente están fabricados en metal y las cerdas de la escobilla son especialmente gruesas y fáciles de limpiar, por lo que un ligero enjuague con agua dejará nuestra escobilla lista para el siguiente uso.
Cubo o aspirador
En caso de que recojamos las cenizas a mano, lo mejor es emplear un cubo de metal, ya que evita el peligro de incendio en caso de que un pequeño ascua permanezca incandescente. Pero si eres de aquellas personas que quiere estar a la última, es una idea interesante adquirir un aspirador especial para cenizas de chimenea. En la actualidad existen numerosos modelos, algunos de los cuales son portátiles y de fácil limpieza.
Eliminar el hollín y la creosota
El hollín puede adherirse a las zonas acristaladas y al fondo de nuestra chimenea; las cenizas pueden acumularse en la parte baja; sin embargo, si detectamos la presencia de una materia ennegrecida, quebradiza, seca y brillante, es que nuestra chimenea acumula creosota. Esta sustancia, tóxica e inflamable, puede ser un verdadero peligro para su hogar, ya que cuando se acumula sin control aumenta el riesgo de incendio. Es imprescindible retirarla cuanto antes, tomando precauciones y sin ir más lejos de lo que podemos. Este último consejo tiene que ver con la posibilidad de encontrar creosota dentro del conducto de nuestra chimenea, así como en el extremo exterior, normalmente en el tejado. Si éste es su caso, lo mejor es ponernos en manos de deshollinadores profesionales, especializados en deshacerse de este tipo de residuos.
Diversos usos de las cenizas
Aunque muchos no lo saben, la ceniza tiene múltiples e interesantes usos. La ceniza es, por ejemplo, un más que interesante fertilizante para las plantas y la hierba, ya que proporciona a éstas diversos minerales como el potasio, magnesio, etc. que las ayudan a crecer más rápido. Es importante tener en cuenta que las cenizas que pueden emplearse para este fin deben proceder de la combustión de madera y en ningún caso de otro tipo de materiales o combustibles.