Si tienes una chimenea, una estufa de leña o incluso una de pellets, es fácil garantizar que su eficiencia energética no se resienta con tan solo unos sencillos pasos. Esta semana, desde el blog de Chimeneas Llofrio, os presentamos algunos de nuestros mejores consejos para lograr optimizar el gasto de combustible de tu sistema de calefacción favorito. Recordamos a nuestros lectores, que el ahorro energético no sólo supone una mejora de nuestra economía doméstica, sino un mayor porvenir para el medioambiente.
Como mejorar la eficiencia energética de tu chimenea
1- Mantenga limpia la chimenea o estufa
Un sistema de calefacción bloqueado o en el que la creosota ha hecho acto de presencia es una de las principales causas por las cuales una chimenea deja de funcionar de forma eficiente. La funcionalidad de los sistemas tradicionales de leña como las chimeneas reside en que están diseñados para el flujo de aire permanezca continuo. Si la salida queda obstruida, entonces el funcionamiento se resiente, dando paso a problemas que pueden poner en peligro no sólo la eficiencia energética, pero también la seguridad misma de la instalación. Por ello, retirar correctamente las cenizas y someter la chimenea a, al menos, una visita anual del deshollinador puede ser la mejor manera de ahorrar dinero y problemas durante el invierno.
2- Uso de madera inapropiada
En anteriores entradas del blog de Chimeneas Llofrio hemos tratado el tema de la leña perfecta, así como de los tipos de madera. Si bien existen ligeras diferencias en cuanto a rendimiento relativo de la leña en función del tipo de árbol del que esta proviene, lo cierto es que el más fundamental de los factores a la hora de medir la eficiencia energética de un combustible a base de madera -tanto leña como pellets, por ejemplo- ése es sin duda la humedad.
Se calcula que una leña adecuada para su uso, es decir, bien curada y sin problemas durante el almacenaje, debe contener en torno a un 20 % de humedad. Si este porcentaje aumenta o disminuye, los resultados de la combustión repercutirán en una menor eficiencia del fuego. Por ejemplo, una madera excesivamente seca se consumirá demasiado rápido y consumirá muchos más metros cúbicos de material para lograr obtener el mismo tiempo el calor en una estancia. Por el contrario, si la madera es demasiado húmeda tardará demasiado en consumirse, lo hará a baja temperatura y producirá mucho más humo, lo que significará mayores niveles de suciedad en el sistema.
Para comprobar que una chimenea está funcionando adecuadamente, es importante salir de casa y observar nuestra salida de humos. En caso de que tanto la madera como el fuego sean adecuados, no deberíamos observar humo en el aire. Si lo observamos, entonces es probable que exista un problema.
3- Instalación adecuada de la chimenea
Dependiendo de nuestras necesidades, una chimenea puede ser el centro de calor que alimente nuestro hogar, o simplemente el punto de calor de una sola estancia. Como hemos comentado en otras entradas, en la actualidad es posible alimentar un sistema de calefacción integral a base de conductos de agua y consolas que aporten calor a toda una vivienda completa utilizando una chimenea o una caldera -alimentada con leña o con biomasa-. La instalación en estos casos debe realizarse por expertos que determinen cuales son los puntos de la casa susceptibles de servir de punto central del sistema de manera eficiente.
Si por el contrario se desea una chimenea que presida y caliente una sola estancia, es importante que esté alejada de posibles corrientes de aire provenientes de puertas y ventanas, así como de cualquier punto de la estancia que pueda suponer un potencial peligro para la seguridad. Objetos o muebles inflamables, así como moquetas, librerías, etc.